La piel es el órgano más grande el cuerpo, y está formada por múltiples capas de tejidos epiteliales que protegen los músculos y los órganos que hay debajo. La vana esperanza de que una crema que se aplica en la superficie pueda tener algún efecto duradero no tiene ninguna base, porque la piel pierde células y suda constantemente.

La naturaleza de la industria dicta que los productos cosméticos se formulen para tener una vida media de más de tres años, por lo que contienen grandes cantidades de conservantes para evitar que se estropeen. Estos conservantes son toxinas para las células (venenos), o de lo contrario serían inútiles para su propósito: matar bacterias y microbios. Penetran en la piel en cierto grado y muchos han demostrado causar reacciones alérgicas y dermatitis.

Más del 90 por 100 de todos los ingredientes de los productos cosméticos comercialmente disponibles son de origen sintético, y pueden tener todos los riesgos para la salud asociados. Y no podemos saber si son seguros sólo con mirarlos. Muchos productos químicos utilizados en cosmética nunca causan signos visibles de toxicidad sobre la piel, pero contienen potentes toxinas sistémicas que son acumulativas y que pueden permanecer en el cuerpo durante mucho tiempo.

Por otro lado, hay una gran cantidad de información y conocimiento práctico disponibles sobre los productos genuinamente naturales que se han utilizado con éxito durante miles de años. Tal vez no los conozcas porque las compañías que los fabrican no generan los grandes beneficios necesarios para financiar campañas publicitarias de muchos millones de dólares, pero un poco de investigación compensará
de sobra el tiempo empleado.